Superado el intento de timo del GPS, llegó nuestro siguiente challenge...nuestra querida conductora L. se percató de que íbamos casi sin gasolina y la luz de emergencia llevaba ya un rato encendida. El pánico cundió por el coche ante la idea de acabar empujando el coche. Aunque el tulipán no se contagió de ese pánico, sino que se pasó el rato meandose de la risa. Llegamos a la gasolinera con poco más de un litro de gasolina, así que gracias a dios, la sangre no llegó al río. Ya estaba yo mentalmente planeando la muerte del tulipán (así se acaba el cachondeo) y de la conductora (aunque entonces no sé yo quien me llevaba de vuelta a casa)
Por fin llegamos al pueblecito, e hicimos primera parada en una cafetería a inyectar cafeina en nuestras venas (que falta hacía) y después dimos un paseito por el pueblo, lleno de gente entrando y saliendo de las tiendas.
Yo ya había leído sobre el pueblo, y me moría de ganas por ver a los habitantes llevando a cabo antiguos oficios...mi error fue no saber que eso era un museo, y no el pueblo en sí, así que a lo que llegamos a él, eran las 5 de la tarde y cerraba. Me quedé pues con la miel en los labios y con un rebote monumental. Pero L. me ha prometido que volveremos pronto, y a ser posible, en un día soleado, que seguro el pueblo luce más.
Decidimos acabar el día cenando en un restaurante. Dimos varias vueltas sin encontrar nada que no fuese un atraco al bolsillo del turista. Acabamos cenando en un restaurante con una gran colección de barcos de vela. Muy acogedor, la comida abundante, exquisita y por buen precio. De primer plato comí una sopa de langosta deliciosa y de segundo casi conseguí terminarme el platazo con tres pescados que el diccionario llama 'platija' (plaice) y su guarnición. pero casi exploto
http://www.restaurant-markerwaard.nl/uk/index.php
Salimos por poco más de 30 euros por cabeza, que viene a ser lo normal por estas tierras, sólo que la calidad y cantidad de la comida estaría por encima de la media de lo probado por el tulipán y por mí. Resaltar que, en la otra mesa, había una familia tulipana que seguro se mosquearon con nuestras constantes miradas....pero es que los dos niños, de unos 7 y 12 años (a ojo de buen cubero) se estaban metiendo entre pecho y espalda un costillar (spare ribs) mayores que el tronco de su propio cuerpo, todo eso junto a las patatas que le acompañan y despues de haberse cepillado un entrante cada uno...luego que los niños crecen y se hacen altos....los tres españoles teníamos la boca abierta de par en par (ni siquiera nuestro amigo español se veía capaz de comerse todo eso, siendo que mide 1.80 como poco, y es un hombre hecho y derecho). En cambio, al tulipán no sólo no le soprendía el banquete de los dos pipiolos, sino que no entendía qué tenía de raro la estampa....y por qué no parabamos de mirar.
El viaje de vuelta a Utrecht, por indicación tulipana, la hicimos a través de Lelystad. Si miráis el mapa veréis que es una carretera larga en el que hay agua por los dos costados....no es alucinante???
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