Que raro es a veces volver al lugar que, durante un tiempo fue tu hogar. Y qué raro es ver in situ como tu memoria ha borrado las cosas negativas (no todas, claro) y sólo guarda las positivas.
Este final de Mayo lo hemos pasado el tuli y yo en Escocia, unos días en Glasgow, y el resto en la maravillosa isla de Arran, de la que os he hablado multitud de veces. En Glasgow tuvimos tiempo para visitar viejos amigos, para relajarnos en el parque y para hacer compras. Fueron unos días de sentimientos muy encontrados. Por un lado me sentí feliz de estar allí, cómoda yendo de un lado a otro, sabiendo dónde encontrar qué, cómo llegar a donde, familiar con la forma de funcionar del país, sabes qué esperar en cada momento. Es como estar en lo que fue tu casa. Por otra parte, recordé ese sentimiento de no pegar en el país, el saber que ese no es mi sitio, sino que lo es Holanda. Por mucho que me guste volver, sé que no me gustaría quedarme. Es como contradictorio. Por poner un ejemplo, me gustó mucho ver a la gente cada cual vestida como le sale por los pies. Con miles de estilos, colores, ropa atrevida, que choca completamente con el estilo simple y aburrido de la moda holandesa (chicas, que por ponerse un escote, una mini o una camiseta que no sea de un solo color, no se muere una). Pero por otro lado, me hace sentirme diferente el ver el estilo hiper artificial que tienen las chicas en Glasgow. Esa obsesión por enseñar (que no insinuar), ese naranja zanahoria en la piel, pestañas postizas extra largas, plataformas en los pies super altos, que más que estilizar, te hacen un look bestia. Sencillamente yo no soy así.
Además, fue muy emotivo para mí el reencontrarme con algunos de mis ex compañeros de trabajo, el ver que pasan los años y siguen queriendome y siguen haciendo todo lo posible por verme cada vez que pongo un pie en el país. Esta vez fui a recoger a algunos de ellos para cenar a la puerta de la oficina y me temblaban hasta las pestañas. Una emoción indescriptible el encontrarme con mi primer team leader Peter, o el dar un paseo por la oficina. Tanta gente nueva, tantos recuerdos. Tantas emociones juntas me dejaron bloqueada.
En nuestro último día en la ciudad, como ya he dicho, fuimos de compras por la ciudad. Y qué tiene Glasgow y sus tiendas que no tenga Utrecht? Pues vestidos de fiesta (para bodas) a precios de vestido de sábado (porque las chicas en Glasgow se visten en sábado como quien va a una boda, con lo cual los vestidos cuestan la mitad), pantalones negros 'oficineros' (sí, no os riais, me recorrí todas las tiendas de Utrecht en busca de unos pantalones negros de los de raya en medio, de los oficineros de toda la vida. Imposible. En Glasgow, en NewLook me probé 3 modelos diferentes y me llevé a casa 2 de ellos) y el tulipán, que no encuentra vaqueros a su gusto, se compró 4 pares por la mitad de lo que le hubiese costado en tulipandia.
La nota amarga la pone el cebollazo. Si, cebollazo. De camino hacia el hotel, en mi último día en Glasgow, a alguien se le ocurrió que era divertido el tirar (con fuerza, a propulsión, no dejar caer y reirse) una cebolla de tamaño considerable desde un edificio de unas 10 plantas. la cebolla se estampó contra el suelo y se hizo añicos a pocos centímetros de mí. No me dió de milagro, porque si me hubiese dado, con suerte hubiese sólo arruinado mis vacaciones, y con mala suerte, no os lo estaría aquí contando. Una bromita que no tiene nada de gracia y que puede acabar en tragedia. Después de jurar en hebreo en el momento, aproveché para enseñarle al tuli expresiones tipo 'me duele la cebolla'
De Glasgow nos fuimos a la isla de Arran, pero eso mejor lo dejo para un post aparte!
Por cierto, que en Glasgow nos alojamos en el Best Western Hotel Glasgow. Muy buena relación precio, 200 libras por 3 noches de hotel en una habitación doble con Scottish Breakfast incluido, lo cual, creo yo, es muy barato. Cama cómoda, habitación grande (eso sí, con vistas al muro de enfrente a un metro de distancia), lugar céntrico, personal muy amable, desayuno recién hecho, etc. Recomendadísimo.
Cuando lei las declaraciones, lo unico que pense es que ese tio es un cachondo. Con dos dedos de frente no sueltas tal parida sin descojonarte al mismo tiempo. Aqui en Holanda a mi pareja y a mi nos han aceptado medianamente bien, tenemos una vida por delante que hace dos anos cuando decidimos venirnos a Holanda no teniamos. Hicimos una locura al venir a Holanda con poco dinero, sin papa de holandes y sin saber lo que nos esperaba. Lo unico que jugaba a nuestro favor era que no nos quedaban opciones en Espana y que mi pareja tenia muchos anos de experiencia como tecnica y que no se nos caian los anillos. Eso si, sabiamos ingles y tuvimos una flor en el culo. Ayudas ninguna, barreras muchas y aqui estamos esperando a nuestro primer nino y tratando con los medicos y matrona en ingles.
ResponderEliminarEn espana seria impensable.
Y como dice este tio que estamos en casa, pues no vemos necesidad de volver.
Lo verdaderamente triste, es que en este pais nos han dado mas oportubidades que en espana.
Un saludo y no te quemes.