Trato con el cliente

Hay veces en las que el que uno compre un producto o servicio en un lugar u en otro no depende del precio, del lugar donde tengas el negocio o de cuanto inviertas en marketing. Hay veces que uno compra un producto o servicio en un lugar determinado por un pequeño detalle que no cuesta dinero y a veces no mucho tiempo.

Por poner un ejemplo. Hace muy poco he cambiado de lugar donde compro la comida de Veda. El precio es más bajo y la tienda está más cerca que la anterior. Pero esa no es la razón, hay una tienda muy muy cerca de mi casa y no voy allí. Y el precio tampoco es la razón, porque al fin y al cabo, el ahorro no es taaaan grande. La razón por la que voy a este nuevo sitio es porque el dueño de la tienda es muy amable, siempre sonríe, y porque siempre carga el saco de 10 kg y me lo coloca en la bicicleta, la cual puedo aparcar delante de la tienda. Con este pequeño gesto, ya me tiene de clienta fiel y ya dá igual que suba el precio, yo seguiré volviendo allí cada mes.

Yo me considero una clienta fiel. Si me gusta un lugar, siempre vuelvo.

Otro ejemplo de cómo hay cosas más importantes que el precio de algo. Hace unos meses me compré mis gafas de ver en Pearle. Me trataron muy bien. Primero me dejaron un rato a mi bola mirando lo que tienen y despues se acercaron a mí para ofrecer su ayuda. Para cuando vinieron, yo ya había decidido qué gafas quería. Me sirvieron un cafecito y hablamos de precios, condiciones, ofertas, etc etc. El precio final, lo que yo me esperaba teniendo en cuenta lo que pagaba en España, y con segundo par de gafas gratis. Otras tiendas que visité previamente eran más baratas, pero les faltaba ese algo y les sobraba algo que odio: ser unos lameculos, te puedes probar las gafas más horrendas de la tienda que van a decirte que te quedan genial.

El caso es que el tulipán necesita gafas. Por acuerdos con su empresa, fuimos a Hans Anders. Cuando llegamos eramos los terceros. Nos fuimos hora y pico despues sin ser atendidos y habiendo pasado por delante nuestra un montón de gente que llegó después. Mientras tanto, nos ignoraron completamente, como si fuesemos transparentes. Cuando el tulipán agotó su paciencia, pescó a una de las comerciales de la tienda, y para nuestra sorpresa, la dependienta, con todos sus huevos, soltó un 'lo siento, pero esta señorita estaba antes que vosotros' Casualmente la señorita debía ser como la última o penúltima en entrar en la tienda.

A tomar pol culo, nos largamos con viento fresco a Pearle, donde, de nuevo, nos atendieron de lujo, y en menos de una hora, el tuli ya había elegido gafas y salía por la puerta todo contento...