Tiene
gracia que últimamente me da por pensar en cómo ha evolucionado el mundo en los
últimos años en el tema de viajes…y como eso me afecta a mí…y a la gente que me
rodea.
Recuerdo
que de pequeña casi no viajé, un par de viajes que ni recuerdo a Andalucía, de
donde viene mi familia paterna, algún vago recuerdo de haber ido a Elche a
visitar a familia, a Soria ya de algo más mayor, también por familia y poco
más. Pero lo que más recuerdo es un viaje a Madrid a visitar al amigo de mi
padre y su familia. Imaginaros la estampa: 5 personas en un Opel Corsa
minúsculo con más años que matusalén. O mejor, mis padres conmigo y mis
hermanos. Recuerdo cómo de eterno se hizo el viaje, 4 horas de carretera. La
falta de espacio, el no poder moverme. El torturar a mis padres con cintas de
música de canciones infantiles y que ellos nos torturaran a nosotros con Boney
M, Modern Talking, Mecano (y eso cuando elegía la música mi padre, si elegía mi
madre, nos torturaban con Pimpinela). Recuerdo que mi amiga Lorena de Madrid
vivía ‘a tomar por el culo’ de Zaragoza, y que a lo máximo que aspirábamos era
a vernos alguna vez en el futuro cuando fuésemos mayores. Y nuestro medio de
comunicación habitual era la carta. Las llamadas de teléfono eran un lujo y
estaban permitidas en ocasiones especiales porque llamar a otra parte de España
era ‘conferencia’ ( a precios prohibitivos)
Recuerdo
que mis amigas se iban al pueblo en verano y se cortaba la comunicación. Y que
si Madrid me parecía lejos, ni me paraba a pensar que había fuera de nuestras
fronteras.
Hoy en
día, en el mundo en que yo vivo (que no es el mundo en que todo el mundo vive)
coger un tren y meterme un par de horas para visitar una ciudad en el día, es
lo más normal del mundo. Cogerse un avión/tren/coche e irse a otro país a pasar
el fin de semana no es algo especial, es algo posible, y asequible. Repito, en
mi mundo. A lo mejor para amigos míos en España o familia no viven en ese mismo
mundo interconectado en el que yo vivo. Seguro que no. Me paro a pensar en que
ahora me parece que Madrid está al lado de Zaragoza. En hora y media voy de la
una a la otra. Ya no hay ‘conferencia’ cuando hablas con una persona que vive
en tu mismo país pero en otra ciudad.
Hoy en
día, es posible para mí, y fácil, el ver habitualmente a una amiga que vive en
otro país. Estoy pensando por ejemplo en mi amiga Mumu, que vive en Toulousse.
En este año nos hemos visto incontables veces viviendo cada una en una punta de
Europa. Reena en UK. Me paro a pensar en las amistades que tengo en Europa y no
pasan varios años sin que nos veamos, y pasan semanas, como mucho meses desde
la última vez que hablamos por teléfono, WhatsApp o Facebook. Impensable cuando
yo era pequeña!
También
me doy cuenta de que hay gente que vive incluso en una dimensión más allá que
la mía: la gente que viaja fuera de Europa sin despeinarse. En una conversación
con un amigo el fin de semana pasado, así como si fuese lo normal, me dijo que
igual no venía a mi cumpleaños porque igual se iba de viaje a Costa Rica y Cuba.
Como si estuviese hablando de que igual ese fin de semana se iba al pueblo de
al lado a ver a sus primos. Como si estuviese cerca. Pero para él, psicológicamente
está tan cerca como para mí puede estar Alemania, Bélgica, UK…Es un poco lo que
yo llamo ser ‘ciudadanos del mundo’
Y de la
misma manera que yo admiro a los holandeses que se cogen la mochila y se
recorren Sudamerica o Asia porque sí, porque pueden, veo como personas que yo
conozco creen que lo que yo hago, lo que yo veo como normal, es increíble.
Igual que yo sueño con poder cogerme esa mochila y pirarme de paseo por el
mundo, y espero poder hacerlo, ellos deberían intentar vivir el sueño de pasar
un fin de semana, una semana, el tiempo que sea, en el país que sea de
vacaciones!
Vivimos
en un mundo en que las distancias se han acortado, y deberíamos darnos cuenta y
agradecerlo cada día, valorarlo. Sobre todo todos aquellos que vivimos fuera,
ya que esta facilidad de conectar con lugares y con personas hace nuestras
vidas más llevaderas que los que emigraron en los años 60 y nunca más vieron a
sus familias.
Es verdad que antes, irse al pueblo vecino costaba horas y que ahora, es menos lejos irse a marruecos o dubai. Que guay sentirse 'ciudadanos del mundo" como dices... A mi me encanta. Y pues, si te coges la mochila para recorrer el mundo, traigame contigo!
ResponderEliminarUn beso guapa
Pfff... Para mí ahora Latinoamérica está a la vuelta de la esquina... Ya ni los precios me parecen tan caros! Y ni ahí mismito y ni los precios son pagables por un ser humano normal (yo soy normal), pero ya no me parece tan lejos!
ResponderEliminarMenos mal que exíste la tecnología. Siempre estoy en contacto con los míos por whatsapp y siempre pienso en mis papis (extranjeros ambos) cuando en sus tiempos ahorraban para echarle una llamadita a su familia.
Que viva la tecnología!!!
Pues sí, hay que viajar! cuanto más, mejor! Yo también tengo familia y amigos por toda Europa, así que me paso la vida subiendo y bajando de aviones, y no me canso, eh?; para mí es lo normal. Pero luego en el trabajo siempre hay alguien que te dice "qué envidia!". Envidia de qué? Levántate del sofá y muévete!
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