Pérdidas

Hace una semana que no escribo, y de echo ahora mismo escribo con pocas ganas, casi por obligación...y no es que no tenga nada que contar, al contrario, tengo en mente 4 o 5 post más, es sólo falta de motivación unida a la desgana, Pero bueno, vamos a lo que vamos:

Cuando vives en el extranjero te pierdes momentos que no te habrías perdido si hubieses estado en "casa" Algunas de esas cosas te da igual perdertelas, otras te fastidia, algunas cosas puedes planearlas con antelación para presenciarlas, pero otras vienen por sorpresa.

Cuando estas lejos te pierdes nacimientos, y me viene a la cabeza que aún no conozco al hijo pequeño de mi prima Raquel, que debe tener como medio año. Te pierdes los primeros meses de vida de los hijos de tus amigas. Y ahora estoy pensando en Lucía, la niña de Noe, madre mía como crece de vez en vez que voy, o en la niña de Pili, que tenía un par de meses en navidad, y ya casi estará medio criada cuando vaya a España.

Tambien me viene a la cabeza mi primo, que tenía 3 mesecitos cuando yo me fuí de España, y ha crecido delante de una pantalla de ordenador para que "la tata" le viese a través de la web cam. Lo he visto casi todas las veces que he ido a España, pero a sido a partir de esta última vez cuando el niño ha empezado a demandar a su mami el hablar con la "tata" . Es capaz de relacionar "la tata" de la pantalla del ordenador con la tata de carne y hueso. Es capaz de identificarme en fotos. Y ahora está aprendiendo a hablar (tiene 2 añitos) y ya sabe decir mi nombre...y a mi se me cae la baba.

Me he perdido bodas, la de mi prima Lorena, por ejemplo, bodas de oro o de plata, cenas o comidas familiares. Para ser franca, no me fastidia especialmente el perderme una comida o cena familiar, me gusta mi familia, pero siempre he dicho que me gustan de uno en uno o en grupos reducidos. Meterme en una habitación con todos ellos me agobia. Soy un poco asocial en el terreno familiar. Quizás es porque no me siento identificada por la mayoría de ellos, de echo creo que no tengo nada que ver ni nunca lo he tenido. Nunca he estado a la altura de mis primas, ellas eran las guapas y yo la pringada. Unos explotan su belleza y popularidad y otros intentamos que nos valoren por las neuronas. Por suerte con los años a algunas se les pasa la edad del pavo...por desgracia eso no les pasa a todas las personas, hay gente que nace gilipollas, crece siendo gilipollas, y se morirá siendo más gilipollas aún y creyendose un ser superior.

Con mis primos tampoco tengo mucho trato, sólo con dos de ellos y con el enano. Pero tampoco me preocupa mucho, la verdad. Tampoco creo tener nada que ver con ellos y con su forma de vida.

El problema es que a veces, estando lejos, te pierdes cosas que no deberías, pero que no puedes evitar. No siempre puedes estar dónde debes y quieres. Un funeral no es un plato de gusto. No te levantas una mañana y dices, hoy me apetece ir a un funeral. Coges tus cosas y te vas al cementerio a ver si encuentras uno. Los funerales tienen menos gracia aún si la persona que muere es de tu familia, en mi caso mi abuelo, y menos aún si viene por sorpresa. Sí, un abuelo es un abuelo, y si va a hacer 92 años ya te puedes dar por contento de que haya vivido tanto. Pero igualmente tiene poca gracia.

Desde lejos una muerte se vive de una forma muy diferente de la que se vive de cerca. Esto va a sonar horriblemente mal, y sobre todo es muy poco políticamente correcto, pero cuando me enteré de la noticia reaccioné como si hubiese muerto alguien que no conoces. Salí afuera, llamé a mi familia porque me preocupaba mi padre, y volví a mi trabajo. Esa tarde seguí con los planes de salir de cena que tenía. No tenía sentido cancelarlos porque mi abuelo no resucitaba si yo me quedara en casa. Al día siguiente no había cristo que me aguantara, tenía una mala hostia que no me tenía en pie...tenía ganas de pelearme, de coger a alguien y darle de ostias hasta que se me disipara toda la adrenalina. El sábado fui a currar, agotada, llevaba desde el jueves sin dormir. Pero cumplí mis 7 horas. Mi ex jefa me pidió que no fuese a trabajar el domingo porque se me notaba en los ojos que no podía con mi alma. Y no, no podía con mi alma. A las 8 de la tarde caí dormida, y no desperté hasta la hora de comer del domingo.

Si hubiese estado en Zaragoza, seguramente el proceso hubiese sido diferente. No pude ir a españa, si entre la muerte y entierro pasan 24 horas no hay forma humana de llegar. Y no quería ir por mi abuelo, sino por mi padre.

Otro momento que me he perdido y que no debería es...bueno, tampoco puedo decirlo abiertamente, pero una de mis amigas ha estado muy enferma, sigue enferma, aunque yo confio en su recuperación. Depende de ella. El problema es que yo debería estar a su lado y no pude. Curiosamente, ella sí piensa que yo he estado ahí. No le va a pasar nada malo, lo sé, o eso creo, pero ella sabe que yo estoy aquí, y cada vez que pongo un pie en zgz tengo tiempo para ella.

Tambien me fastidia mucho estar perdiendome dos años de la vida de Veda. Dos años en vida humana no son nada, pero en vida perruna si lo es. La echo mucho de menos y si le pasara algo no me lo perdonaría.