sábado, 27 de julio de 2013

Echo de menos

Echo de menos esos ojos azules, esa mirada tierna, esa sonrisa de bonachón. Esos labios carnosos, esos besos y esos abrazos aprendidos. Esos abrazos que curaban todos mis males. Esos abrazos que de un plumazo convertían un mal día en el mejor de los días.

Echo de menos quedarme dormida a su lado, sonriendo como una idiota. O como la mujer feliz que él me hacía. El abrir los ojos a mitad de noche y verlo acurrucado a mi lado. Echo de menos el calor que desprende su piel. Ese calor que me hacía huir hacia el borde de la cama en los días más calurosos. Pero él me arrastraba de nuevo a su lado, me abrazaba y me daba un beso en la mejilla. El despertar por la mañana y pasarnos un par de horas haciendo el vago en la cama. Esos momentos que eran sólo suyos y míos. Esos momentos de caricias, besos, abrazos. Ese ratito de intimidad en el que ya podía caerse el mundo afuera, que a nosotros nos importaba un bledo. Ese par de horas de vaguear eran mi momento favorito de la semana, el momento que yo estaba toda la semana deseando que llegara, el momento en el que nuestros cuerpos, nuestras almas, y nuestros corazones estaban más cerca que nunca.

Echo de menos el acariciar su cuerpo. El que una simple caricia suya me hiciese estremecer. Sí, después de dos años,todas y cada una de las veces que él posaba su mano en mi cuerpo, aunque fuese el brazo, un cosquilleo recorría todo mi cuerpo y se me ponía piel de gallina. Echo de menos el abrazarnos desnudos, el hundir mi nariz en su piel y no encontrar olor alguno más que el del suavizante de su ropa o el del gel de ducha. Echo de menos el tenerlo encima mío, o debajo, y sentirlo dentro de mí. Esa conexión física y emocional.

Echo de menos el que me prepare el desayuno, y desayunar juntos. Nunca faltaba el zumo de naranja y los croissants recién hechos. El ir a jugar con Veda y luego al mercado. Nuestra rutina de fin de semana. El compartir tus días con alguien que sabe que no te gusta beber el té o el café muy caliente, que siempre quieres dos azucarillos, que los refrescos te gustan ´del tiempo´ , que hay días en los que te agobia la multitud y que busca un bar pequeñito para tomar el café de fin de semana en vez de llevarte a uno grande. El compartirlos con alguien que sabe ver la tristeza en tus ojos aunque sonrías y sabe como transformar esa tristeza en felicidad absoluta.

Y sí, tulipanes hay muchos en el país, como bien decís, pero yo creo que cuando encuentras a el hombre de tu vida, lo que venga después nunca va a ser ni igual ni mejor. Cuando conoces a la persona que te hace feliz con su sola presencia, siendo como es y sin hacer las cosas por complacer, los demás dan igual. Unos meses me bastaron para saber que era él, y unos meses me bastaron para darle mi corazón al completo, los mismos que me hicieron falta para saber que ÉL y no los demás era la persona con la que quería hacerme viejita. Y un momento ha bastado también para perderle, para que el castillo en el que vivía esta princesa se derrumbase completamente.

Y renunciar a todo esto duele infinitamente. Duele más que sufrir en tus carnes acoso escolar, el haber sido invisible para la gente hasta la universidad, o más bien el haber deseado ser invisible para no ver la cara de asco que muchos de mis compañeros de clase me ponían, el desprecio de muchos otros, o la cara de pena de los profesores mientras decían ´pobrecita, es muy inocente, ya espabilará' Duele más que cambiar 2 veces de país, encontrar trabajo en los dos, aprender el idioma (o intentarlo). Más que el sentirse sólo, lejos de tu familia y amigos en momentos difíciles. Duele saber que con tu decisión de vivir lejos defraudas a familia/amigos. Mucho más que tener ´incompatibilidad personal´ con tu jefe y que de tiempo en tiempo te putee. Todo esto lo he superado. Al amor de mi vida soy incapaz de renunciar. Por eso deseo cada día que el tiempo, o el dios que sea (Buda, Alá, Jesucristo, todos me valen) hagan que vuelva a mi lado, que nos hagamos viejitos el uno junto al otro y que este tiempo simplemente se quede como una historia a contar a nuestros nietos. Por eso me veo a mí misma, atea, rezándole a la virgen del Pilar, poniendo la medida de la virgen junto a nuestra foto, suplicando a las estrellas, arrastrándome como un gusano, escribiéndole mensajes a ÉL que resultan patéticos. Hasta a mí me parecen patéticos

Y aún así, todo dolor valdrá la pena si el destino, igual que quiso que nos encontráramos una vez, hace lo imposible por volver a juntar nuestros caminos. Llamadme idiota, pero creo firmemente que si yo vine a Holanda, y si yo elegí Utrecht fue porque el destino quería que nos conociésemos. Y el destino no puede ser tan cabrón de quitarle el caramelo al niño cuando ya lo tiene en la boca.

jueves, 4 de julio de 2013

Silencio

Varios de vosotros me habéis escrito preocupados porque hace mucho que no escribo, así que supongo que os debo algo como una explicación. No estoy de vacaciones y estoy viva aunque por dentro sienta que me estoy muriendo.

Llevo más de un año con frustraciones laborales y pocas perspectivas de mejorar. Además por el camino ha habido gente importante en mi vida que me ha dado la espalda y me ha hecho sentir mal. Mi perrita se va a haciendo mayor y me da alguna que otra preocupación (hace poco he estado en el vete con un bulto que no parece ser un tumor pero no garantizan nada). El clima holandés está siendo una mierda en esta primavera/verano. Y lo más importante, el colofón, me quedé sin la persona más importante de mi vida, la persona que era los cimientos de mi casa, mi familia y mi todo : el tulipán. Él ha decidido seguir con su vida sin mí en un momento en el que yo hubiese descrito como la cúspide de nuestra relación, el mejor momento. Estas cosas suelen ser difíciles para todos, pero cuando encuentras al hombre de tu vida, tienes una relación perfecta, y lo pierdes sin esperartelo, es como si un huracán pasase por tu vida y se lo llevase todo.

Y es así exactamente como me siento, siento que ese huracán se ha llevado mi felicidad, mi positividad, mis ganas de vivir la vida, mi ilusión,  mis palabras y mis ganas de escribir. A cambio me ha dejado un montón de horas que ni sé como llenar, ni me apetece llenar, insomnio, un nudo en el estómago, un vacío que no sé como llenar.

Saldré de esta, como he salido de todas en estos 30 años, pero para que lo voy a negar, estoy un poco hasta las narices de tragar mierda y más mierda. Estoy cansada de oir a la gente decir que soy una mujer fuerte. Puede ser cierto, pero yo ya estaba en mi límite, y por ser fuerte no me merezco una palada más. También estoy cansada de oir que con el tiempo todo irá mejor, pero mira, es que llevo ya más de un año ´tirando palante´ y esperando que mi vida mejorase, lo que no me esperaba es que, lo único que iba bien, se derrumbase también.

Así que me perdonaréis, pero no tengo ganas de escribir, de compartir mis vivencias con vosotros, bastante energía me cuesta levantarme cada día.

Volveré, pero no sé cuando.

Saludos