miércoles, 4 de marzo de 2015

Distancias

Tiene gracia que últimamente me da por pensar en cómo ha evolucionado el mundo en los últimos años en el tema de viajes…y como eso me afecta a mí…y a la gente que me rodea.

Recuerdo que de pequeña casi no viajé, un par de viajes que ni recuerdo a Andalucía, de donde viene mi familia paterna, algún vago recuerdo de haber ido a Elche a visitar a familia, a Soria ya de algo más mayor, también por familia y poco más. Pero lo que más recuerdo es un viaje a Madrid a visitar al amigo de mi padre y su familia. Imaginaros la estampa: 5 personas en un Opel Corsa minúsculo con más años que matusalén. O mejor, mis padres conmigo y mis hermanos. Recuerdo cómo de eterno se hizo el viaje, 4 horas de carretera. La falta de espacio, el no poder moverme. El torturar a mis padres con cintas de música de canciones infantiles y que ellos nos torturaran a nosotros con Boney M, Modern Talking, Mecano (y eso cuando elegía la música mi padre, si elegía mi madre, nos torturaban con Pimpinela). Recuerdo que mi amiga Lorena de Madrid vivía ‘a tomar por el culo’ de Zaragoza, y que a lo máximo que aspirábamos era a vernos alguna vez en el futuro cuando fuésemos mayores. Y nuestro medio de comunicación habitual era la carta. Las llamadas de teléfono eran un lujo y estaban permitidas en ocasiones especiales porque llamar a otra parte de España era ‘conferencia’ ( a precios prohibitivos)

Recuerdo que mis amigas se iban al pueblo en verano y se cortaba la comunicación. Y que si Madrid me parecía lejos, ni me paraba a pensar que había fuera de nuestras fronteras.
Hoy en día, en el mundo en que yo vivo (que no es el mundo en que todo el mundo vive) coger un tren y meterme un par de horas para visitar una ciudad en el día, es lo más normal del mundo. Cogerse un avión/tren/coche e irse a otro país a pasar el fin de semana no es algo especial, es algo posible, y asequible. Repito, en mi mundo. A lo mejor para amigos míos en España o familia no viven en ese mismo mundo interconectado en el que yo vivo. Seguro que no. Me paro a pensar en que ahora me parece que Madrid está al lado de Zaragoza. En hora y media voy de la una a la otra. Ya no hay ‘conferencia’ cuando hablas con una persona que vive en tu mismo país pero en otra ciudad.

Hoy en día, es posible para mí, y fácil, el ver habitualmente a una amiga que vive en otro país. Estoy pensando por ejemplo en mi amiga Mumu, que vive en Toulousse. En este año nos hemos visto incontables veces viviendo cada una en una punta de Europa. Reena en UK. Me paro a pensar en las amistades que tengo en Europa y no pasan varios años sin que nos veamos, y pasan semanas, como mucho meses desde la última vez que hablamos por teléfono, WhatsApp o Facebook. Impensable cuando yo era pequeña!

También me doy cuenta de que hay gente que vive incluso en una dimensión más allá que la mía: la gente que viaja fuera de Europa sin despeinarse. En una conversación con un amigo el fin de semana pasado, así como si fuese lo normal, me dijo que igual no venía a mi cumpleaños porque igual se iba de viaje a Costa Rica y Cuba. Como si estuviese hablando de que igual ese fin de semana se iba al pueblo de al lado a ver a sus primos. Como si estuviese cerca. Pero para él, psicológicamente está tan cerca como para mí puede estar Alemania, Bélgica, UK…Es un poco lo que yo llamo ser ‘ciudadanos del mundo’

Y de la misma manera que yo admiro a los holandeses que se cogen la mochila y se recorren Sudamerica o Asia porque sí, porque pueden, veo como personas que yo conozco creen que lo que yo hago, lo que yo veo como normal, es increíble. Igual que yo sueño con poder cogerme esa mochila y pirarme de paseo por el mundo, y espero poder hacerlo, ellos deberían intentar vivir el sueño de pasar un fin de semana, una semana, el tiempo que sea, en el país que sea de vacaciones!


Vivimos en un mundo en que las distancias se han acortado, y deberíamos darnos cuenta y agradecerlo cada día, valorarlo. Sobre todo todos aquellos que vivimos fuera, ya que esta facilidad de conectar con lugares y con personas hace nuestras vidas más llevaderas que los que emigraron en los años 60 y nunca más vieron a sus familias.

3 comentarios:

  1. Es verdad que antes, irse al pueblo vecino costaba horas y que ahora, es menos lejos irse a marruecos o dubai. Que guay sentirse 'ciudadanos del mundo" como dices... A mi me encanta. Y pues, si te coges la mochila para recorrer el mundo, traigame contigo!
    Un beso guapa

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  2. Pfff... Para mí ahora Latinoamérica está a la vuelta de la esquina... Ya ni los precios me parecen tan caros! Y ni ahí mismito y ni los precios son pagables por un ser humano normal (yo soy normal), pero ya no me parece tan lejos!

    Menos mal que exíste la tecnología. Siempre estoy en contacto con los míos por whatsapp y siempre pienso en mis papis (extranjeros ambos) cuando en sus tiempos ahorraban para echarle una llamadita a su familia.

    Que viva la tecnología!!!

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  3. Pues sí, hay que viajar! cuanto más, mejor! Yo también tengo familia y amigos por toda Europa, así que me paso la vida subiendo y bajando de aviones, y no me canso, eh?; para mí es lo normal. Pero luego en el trabajo siempre hay alguien que te dice "qué envidia!". Envidia de qué? Levántate del sofá y muévete!

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